Vivimos en un mundo en el cual hemos sacralizado ciertas formas de vida e ideas, para llevarlas al ideal de lo que debe ser. Un mundo en el cual otros se han encargado ya de diseñar los objetivos de vida y las cualidades que deben enmárcanos para ser felices. Sin embargo el ser humano es un ser que parte de la individualidad en el pensar. Si bien es un ser cultural y social sus procesos internos son los que determinan si es feliz o no finalmente. En este choque entre el ideal impuesto y la propia reflexión interna quizás estribe uno de las mayores causas de vació e infelicidad modernas.
Todos sabemos como debemos ser, pero no como somos realmente, nos hemos perdido de vista dentro de tanta imposición de medios masivos y ruidos culturales. Poder vernos en este mundo moderno resulta todo un reto y quizás la mayor dificultad. Pues para vernos tendríamos que tener un destello de luz dentro de la oscuridad mental que nos impone una cultura que no busca la individualidad o el desarrollo de la conciencia sino la cultura del hincha de una cancha de fútbol mirando de izquierda a derecha el devenir de una pelota y perdiendo siempre de vista la consistencia de su propia naturaleza.
En la película Matrix, vemos que los seres humanos han perdido la batalla contra las maquinas y estas los mantienen vivos solo para que les sirvan de baterías. A su vez han desarrollado un programa que sujeto a las terminaciones nerviosas de este humano inmovilizado le simula una realidad virtual y “viven” sin existir realmente o sin ser concientes.
Si bien el asunto de Matrix parece demasiado irreal o duro, que tanto de nosotros vive una especie de software cultural, elaborado en siglos de sistematización, de represión y aprendizaje de normas y limitaciones, de traducciones de lo que “es” y lo que no.. Que tanto de nosotros puede escapar de este aculturamiento para ser conciente de la realidad.
Solo vemos lo que hemos aprendido a ver, y traducimos solo lo que podemos como realidad. Nuestra forma de existencia es netamente cultural y nos sumergimos en lo conocido por temor a enfrentar realidades distintas, vivimos una suerte de sueño cómodo donde todo lo que vemos es previsible y ya acondicionado a nuestra capacidad de aceptar y percibir.
Pero ¿somos esto realmente? Es nuestra naturaleza tan limitada que no puede percibir otras frecuencias de existencia, que no pude ver otras verdades mas que las ya condicionadas o las que suponemos existen. Vivimos aceptando nuestros demonios a quienes alimentamos y necesitamos. Demonios casi siempre culturales como la “pandemia” del SIDA o la cultura de la prohibición del uso de sustancias psicoactivas y sus trágicas consecuencias. También vivimos sujetos a traducciones de dios hechas por las grandes religiones y perdemos la conexión con nuestra esencia divina. Nos hemos deshumanizado en algún momento de este intento de perfección, condicionándolo todo, estableciendo formas de felicidad y de infelicidad. Estableciendo que es real y que no lo es. Nuestro destino no pude ser desaparecer creyendo solo en lo impuesto, nuestra percepción es inmensa y esta limitada solo por el miedo, haga la prueba...
Todos sabemos como debemos ser, pero no como somos realmente, nos hemos perdido de vista dentro de tanta imposición de medios masivos y ruidos culturales. Poder vernos en este mundo moderno resulta todo un reto y quizás la mayor dificultad. Pues para vernos tendríamos que tener un destello de luz dentro de la oscuridad mental que nos impone una cultura que no busca la individualidad o el desarrollo de la conciencia sino la cultura del hincha de una cancha de fútbol mirando de izquierda a derecha el devenir de una pelota y perdiendo siempre de vista la consistencia de su propia naturaleza.
En la película Matrix, vemos que los seres humanos han perdido la batalla contra las maquinas y estas los mantienen vivos solo para que les sirvan de baterías. A su vez han desarrollado un programa que sujeto a las terminaciones nerviosas de este humano inmovilizado le simula una realidad virtual y “viven” sin existir realmente o sin ser concientes.
Si bien el asunto de Matrix parece demasiado irreal o duro, que tanto de nosotros vive una especie de software cultural, elaborado en siglos de sistematización, de represión y aprendizaje de normas y limitaciones, de traducciones de lo que “es” y lo que no.. Que tanto de nosotros puede escapar de este aculturamiento para ser conciente de la realidad.
Solo vemos lo que hemos aprendido a ver, y traducimos solo lo que podemos como realidad. Nuestra forma de existencia es netamente cultural y nos sumergimos en lo conocido por temor a enfrentar realidades distintas, vivimos una suerte de sueño cómodo donde todo lo que vemos es previsible y ya acondicionado a nuestra capacidad de aceptar y percibir.
Pero ¿somos esto realmente? Es nuestra naturaleza tan limitada que no puede percibir otras frecuencias de existencia, que no pude ver otras verdades mas que las ya condicionadas o las que suponemos existen. Vivimos aceptando nuestros demonios a quienes alimentamos y necesitamos. Demonios casi siempre culturales como la “pandemia” del SIDA o la cultura de la prohibición del uso de sustancias psicoactivas y sus trágicas consecuencias. También vivimos sujetos a traducciones de dios hechas por las grandes religiones y perdemos la conexión con nuestra esencia divina. Nos hemos deshumanizado en algún momento de este intento de perfección, condicionándolo todo, estableciendo formas de felicidad y de infelicidad. Estableciendo que es real y que no lo es. Nuestro destino no pude ser desaparecer creyendo solo en lo impuesto, nuestra percepción es inmensa y esta limitada solo por el miedo, haga la prueba...
1 comentario:
Es cierto el comentario... imaginate cuanta gente vive dentro de la tan "deseada seguridad" y su hija la infertilidad. Aveces me pregunto estaré también vieviendo en ella? No es dificil aceptar su lógica!!
Hay que tener un buen par de pelotas para sacudirse y despertar de ese "matrix".
Publicar un comentario