lunes, 23 de febrero de 2009

Las drogas y los Drogadictos como un Resultado Cultural.




“No se puede curar a un adicto hasta que le das todo lo que quiere y ya no pide más”


Abordar el tema de la adicción desde una perspectiva amplia supone redefinir el pensamiento. Cuando escuchamos la palabra adicción inmediatamente nos remitimos mentalmente a las drogas prohibidas y total miseria moral. Vivimos tiempos en los cuales se ha estigmatizado a los usuarios de determinadas sustancias creando chivos expiatorios sociales llamados drogadictos.


Desde el punto de vista clínico el drogadicto es un dependiente de una sustancia externa, pero olvida esta definición, que nuestro cuerpo es un gran laboratorio y que existen numerosas adicciones cuya causa son sustancias imposibles de controlar pues las fabricamos dentro de nosotros mismos. Es así que un adicto al amor, o la sensación de sentirse apasionado produciría compuestos similares a la heroína. Tenemos personas enamoradas constantemente, en amores tormentosos que destrozan su vida. También adictos al sufrimiento y hay los que son consumidores de la adrenalina del juego, y se hunden también en situaciones espantosas.

Pero la sociedad ha centralizado dentro del universo de los adictos, a los usuarios de sustancias exógenas prohibidas como la cocaína, o la heroína para descargar sus horrores. Creando seres en el imaginario colectivo totalmente embriagados de placer, cuya miseria esta más allá de cualquier horror y estan en la degradación infinita. El asunto es que se ha mitificado la sustancia demonizándola, no se ve la pulsión como base del problema y el vacío existencial humano, como causante de esta. Se culpa casi exclusivamente del abuso de las sustancias, a la sustancia misma, como si esta hubiera tenido algún tipo de desarrollo evolutivo o creación demoníaca, para degradar a la humanidad y no fueran los usuarios, o nuestra forma de ver el asunto los participantes o co participantes del problema.

Entonces tenemos individuos degradados por el consumo de “demonios” encerrados en estas sustancias, que se unen en aquelarres de placer a las sustancias espantosas cuyo solo contacto conducen a las familias y al mundo entero al borde de la destrucción. Esta visión totalmente maniquea y fruto de un manejo ignorante y prejuicioso del problema es lo que nos esta llevando al caos, al abuso de las mismas sustancias, al construir demonios y oscuridad en compuestos y plantas con las que la humanidad a convivido durante milenios y ha utilizado para alterar su conciencia para fines lúdicos de placer o de conocimiento.

En este Apocalipsis pintado por los medios y los Estados nacionales, esta retratada casi toda nuestra cultura obtenida de la represión y del abuso del poder psicológico o la violencia pura. Valdría la pena intentar decodificar la situación desde otra perspectiva. Si vemos al llamado adicto como el resultado solo del abuso de una sustancia, lo encasillamos en un sátiro post moderno encerrado en el placer. Estaremos en la misma dinámica social que encierra en si el problema. No la del que lo analiza con animo real de solución. El abuso de sustancias y todo este cuadro de drogadicción es un fenómeno del siglo XX, esto coincide con el predominio de una potencia mundial nacida del empeño de los puritanos al establecerse en Norteamérica, puritanos horrorizados del placer y de la dualidad humana, que en un afán de purificación absoluta y arranques místicos, que lindan con la esquizofrenia social, queman a las brujas o aniquilan a los “salvajes”. Este modelo cultural se ha adueñado del mundo, pues paradójicamente vende muy bien la idea de la perfección y del éxito. Así como nos hace creer que poseen la verdad pura, y que lo demas es salvaje o inutil.En este esquema no se admite la embriaguez más que como una disolución total de la conciencia, pues se teme a la la embriaguez, que resulta en otro tipo de conciencia inadmisible para quienes pretenden haber visto la luz, ser dueños de la virtud y expandirla por la humanidad.


En 1919 EE UU en su lógica folklórica nacida bajo las sombras del Mayflower prohíbe la venta del alcohol en su territorio, con lo cual el consumo per cápita de esta sustancia bajo en una década de 6 litros a cinco litros. A este “gran logro” habría que restarle las pérdidas humanas por asesinatos debido al tráfico ilegal, el predominio de la delincuencia, el desgaste de la sociedad en la transgresión de la norma y más aun el incremento del alcoholismo pues este paso a ser mal procesado y vendido sin ningún control de grados alcohólicos y toxicidad. Entonces menos personas consumían alcohol porque no era lícito, pero había más alcohólicos por una sustancia mal elaborada. Además del gran problema social originado por la marginalidad del usuario y la delincuencia.

A pesar de todo el mundo ha hecho suyo el modelo prohibicionista, que para ser validado necesita de chivos expiatorios llamados “drogadictos”. Estos lejos de aparecer ante el mundo como prisioneros de la pulsión, fenómeno humano y común, una forma más de sufrimiento. Son los estandartes de inmoralidad y degradación al que empujan los demonios encerrados en estas sustancias y ejemplos humanos de lo necesario que es el modelo prohibicionista. Entonces se origina una sociedad con seres estigmatizados debido al tipo de pulsión que les ha tocado vivir. Y por otro grandes fortunas, mafias y crimenes dentro del fenómeno del narcotráfico.

Dentro del modelo de pensamiento judeocristiano con el que traducimos al mundo, hemos unido al placer el pecado, el amor al sufrimiento, y necesitamos prohibir o eliminar cualquier pensamiento disidente, mediante la fuerza del castigo, cabe en esto muy bien el modelo prohibicionista. Sin embargo este modelo lejos de ayudar a eliminar, convivir o paliar el problema lo acrecienta. Pues el llamado drogadicto encuentra en la sustancia no solo un paliativo químico a su pulsión, sino una serie de contenidos psicosociales que lo castran como ser humano y lo convierten en un ser marginal. Elementos culturales colocados ahí, para supuestamente parar el consumo pero solo agrandan al “demonio”. Lejos de ser un disuasivo frente a la sustancia acrecienta su consumo, pues el que opta por esto, precisamente desea ser castrado, inconcientemente destruido, marginalizado y hundirse en esta locura social. No esto obviamente lo que causa la “drogadicción”, digamos exclusivamente, pero convierte a las drogas ilegales en mas atractivas.

Las sustancias prohibidas, gracias a las propagandas prohibicionistas y la satanización han adquirido poderes en la mente humana en las cuales son un elemento de suicidio social, de sufrimiento moral, y destrucción colectiva. Son entonces hoy, las sustancias, una herramienta mucho más poderosa que cualquier demonio medieval. Y por ende son mucho mas atractivas, para el que quiere disentir y no encuentra otra forma mas que su propio cuerpo y con él puede transgredir o suicidadse lentamente. Fenómenos, que no solo se dan con estas sustancias, pero hemos hecho de ellas un atractivo símbolo social para muchos. Entonces la prohibición estaría ayudando al fenómeno llamado drogadicción y esta muy lejos de ser una herramienta lógica para ayudar en el problema.

La ética prohibicionista olvida la pulsión como fenómeno humano, se centra en la sustancia. Olvida que es la pulsión. Que no es más que repetir un acto descontroladamente y de manera autodestructiva. La pulsión esta unida a la carencia y la búsqueda de llenar este vacío que casi siempre es inconmensurable. Hace que optemos por repetir un placer o enamorarnos de una sensación. La pulsión crece en la medida en que los seres humanos somos mas carentes. Y preguntemonos cuando hemos sido mas carentes que en esta momento, rodeados de modelos físicos inigualables, de familias perfectas y felices que nunca son las nuestras y de amores con finales felices que casi nunca viviremos. Entonces esta sensación de carencia, de no pertenencia a un mundo perfecto, que nos domina a través de los medios y creemos real, aumenta la pulsión. Vivimos pues en un mundo carente y con altos grados de vacío, por ende pulsión pues necesitamos “llenarnos”, sentimos hambre de lo que no podemos tener.A este mundo le hemos dado la mejor herramienta para escapar de esta necesidad y dolor, del sufrimiento, de la imperfección común y no ser un héroe de película o un santo digno de altares. No hay mejor escape y herramienta de autodestrucción que es construir el demonio llamado droga y convertirse en drogadicto para castrarse de una vez por imperfectos.

Si alguien leyó hasta aquí, estará pensando que casi todos somos infelices o muy poco felices, sin embargo no todos padecemos el mismo grado pulsión, a pesar de contrastar diariamente nuestra imperfección frente al modelo social que nos venden. Definitivamente el tratar de llenar este vacío, este “hambre”, y la forma e intensidad de hacerlo, esta anclado al sufrimiento infantil donde se define como asumimos el ser. A mayor sufrimiento y carencia de amor real, la pulsión será mayor. Esto no es ninguna novedad o tesis inquietante pero es necesario mencionarlo puesto que hay que aclarar, que no es solo el modelo psicosocial lo que estaría causando altos grados de pulsión, sino nuestra programación infantil, genética o si vamos mas haya nuestra propia esencia personal o alma frente a los que nos toco vivir. Pero lo que quiero dejar claro, es que la pulsión y la drogadicción, no están siendo aminoradas por el modelo prohibicionista y la visión cultural que tenemos del problema, por lo que nos han impuesto como verdad, sino más bien lo acrecienta. Hace el problema "mas problema"

No se trata de pedir ciegamente se levante este sistema prohibicionista una tarde cualquiera, sin ningún control. Ya se hizo demasiado daño a la conciencia humana, para que podamos regularnos de pronto. Sino tratar de ver la verdad y encontrar soluciones. También se tratar de liberarnos mentalmente de toda la programación absurda que tenemos sobre el tema y mirar con mas libertad y conciencia el asunto, para encontrar soluciones mas humanas y con mayor compasión. Coherentes con los que están presos de la pulsión y marginalizados, porque su pulsión esta demonizada.También se trata de ver que tan libre estamos de pulsiones, de amores insanos, de perversiones, de vicios y oscuridad. Sin embargo nos alzamos como superiores de los que padecen una pulsión más evidente y asumimos la capacidad de “curar” su sufrimiento prohibiendo el consumo de manera legal. Esto no puede ser así, no tiene ninguna posibilidad de éxito, y mientras estemos nosotros en esta ética, también seremos prisioneros de las drogas ilícitas pues nuestra incapacidad para ver con claridad, de mirarlas sin demonizarlas nos pone también en dependencia, del miedo y la ignorancia frente a algo, estamos dependientes del pensamiento, pero es también dependencia.

Lo más penoso es que casi la totalidad de quienes intentan paliar el problema están también prisionero del mismo, por el asunto de no poder ver con libertad. Drogadictos, legisladores y terapeutas parten de misma visión y la cantidad de prejuicios de unos, va unida a la intensidad de sufrimiento de otros. Entonces por ejemplo el terapeuta esta atrapado en una forma de traducción semi religiosa y científica de pautas para trabajar con adictos y excéntricas generalizaciones del origen del consumo y la inhumanidad del otro. Esta, tan por encima del adicto, ideologizado y en su rol social de corrector, exorcista y curador que no puede sentir real compasión por el, tampoco sanarlo pues el adicto es un ser carente con problemas de alma, y no se toca el alma sino con amor y compasión real. No ve el tratante que estas traducciones científicas e incluso visiones religiosas no están más que en su pensamiento y por ende están limitadas, pues no hay una verdad absoluta y no se puede curar el caos social y familiar que ha conducido a alguien a la pulsión, llenándolo de contenidos culposos y el propio caos de nuestra cultura social. Que el problema que enfrenta no esta en visiones subjetivas, sino mas bien en amplitud y el reprogramar el pensar hacia lo individual, el desarrollo de la propia conciencia y fortaleza, y su herramienta es la compasión no el dominio psicológico. Pues lo que ha causado la drogadicción es precisamente la subjetividad y el prejuicio. No se puede curar con eso.



No hay comentarios: