miércoles, 11 de marzo de 2009

De la coca nuestra a la cocaína


Hay coquita de los Auquis (1), danos, danos tu perdón
Cura, cura las heridas
Que nos dio la transgresión…

(Icaro (2) Rosa Giove, Tarapoto-Perú)



De estar en las chuspas (3) de los incas la coca ha hecho un largo viaje, no solo trasformando su aspecto y niveles de concentración sino tomando otros imaginarios colectivos muy distintos a los que sus primeros usuarios concibieron al tomar la planta de las montañas subtropicales de los andes, sacralizarla, usarla para sanar y curar. Como moneda y pagar los favores de la divinidad. La coca no hace mucho tiempo realmente era distinta en uso y como referente cultural. Si dejamos de pensar en lo que valoramos como “tiempo” por nuestra percepción humana, entonces veremos que las etapas históricas nuestras no son ni un pestañeo para el cosmos y que en realidad lo que pasa en este instante no es nada lejano a la destrucción del imperio inca, la expansión de la cultura de la europea y el nada previsible destino de la coca. De las manos de los sacerdotes en ofrenda a dios. Ha pasado ha las pozas de maceración de los narcotraficantes donde mezclada con elementos tan destructores de vida como kerosene y acido clorhídrico logra niveles de concentración que estremecen a los usuarios de las urbes modernas, causándoles niveles de embriaguez que tienen poco que ver con la comprensión inca. Ha pasado, el viaje de la llamada modernidad a un uso que se ve indigno y una total falta de respeto a la inteligencia y al orden de quienes la cultivaron primeramente. Esta indignidad no esta en los prisioneros de la pulsión de la cocaína, como quieren hacernos creer. Esta en los prohibicionistas que originan el narcotráfico, esta en el dominio psicológico de quienes construyen demonios en los usos humanos para pervertir todo lo no conocido por el etnocentrismo europeo. La indignidad esta en el uso violatorio de lo sagrado en nuestra cultura europeizada y el hundimiento de nuestra comprensión humana reducida solo a tragarnos las cosas, destruyéndolas y quitándoles su esencia.

La conquista de Sudamérica, con el resultado de Apocalipsis para culturas como la Inca, representa uno de los actos mas estupidos de la especie, la razón en si, es el genocidio y la destrucción estéril. Naciones condenadas a la miseria y a la pobreza en nombre de cosas tan burdas como la expansión de la fe en un dios y de una cultura con rasgos de salvajismo y deshumanizada por las supersticiones y el oscurantismo. Sin embargo hemos sido educados para ver este acto como un paso hacia la modernidad. Una modernidad nacida de la crueldad y del saqueo, del consumismo y la brutalidad. Nuestra mente ha sido tan condicionada que no reparamos en lo violatorio de este acto y en nuestra deshumanización pues hemos dejado de comprender el conocimiento que escapa a la visión europea. No hemos crecido, sino nos hemos empequeñecido en comprensión.

El uso moderno y occidental de la hoja de coca, ligado a las pozas de maceración, a los tóxicos y al sufrimiento de los llamados “adictos”, de delincuentes y guerrilleros. Esta muy unido a este acto de violación de lo humano. A esta falta de respeto total por la comprensión que habían alcanzado otras culturas y su hundimiento en la miseria. Si vemos realmente la hoja como una entidad sagrada de la cual aprendían los incas, entonces quizás comprendamos la ira de esta entidad. Lo que esta pasando al convertirla en demonio, tomar lo santo violarlo y demonizarlo tiene un precio que vemos en nuestras crónicas policiales.

Toda destrucción implicaría un perdón y una reparación, para poder limpiarla y superar el error. Esto no se traduce reconstruir imperios o sociedades, que también tenían sus defectos, como proclama la locura indigenista. Sino comprender el nivel de lo profano de nuestra cultura, reconocer que es nuestra idiosincrasia la que trasforma una planta bienhechora durante milenios en símbolo de la oscuridad y la perversión. Comprender que algo no funciona en nuestra sociedad tan llena de valores y reglas, y que sin embargo no es capaz de confiar en la autorregulación del acceso a otros niveles de conciencia a través de plantas y verlas realmente como caminos al conocimiento y la profundidad. Comprender que el modelo prohibicionista ha originado el caos, no la sustancia y menos la hoja que en su uso tradicional es un acceso a los dioses y en el moderno un camino a nuestros propios infiernos.

(1). Auquis : Nobles incas
(2). Icaro : Canto Chamanico, usado para sanación y en las ceremonias de Ayahuasca del Amazonas
(3) Chuspas : bolsas incas donde llevaban algo de hojas de hojas de coca para mascar por el camino.

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